Decía José Saramago que España y Portugal son como dos hermanas siamesas pegadas por la espalda. Lamentaba que ambos países nunca se hubieran mirado frente a frente para encontrar los muchos puntos en común que veía el escritor portugués a ambos lados de la frontera.
Separadas por los ríos Guadiana y Caya, Elvas y Badajoz, observan desde siglos las cercanas siluetas de sus vecinas ciudades. Elvas blanca y escarpada, sobre las estribaciones de la Sierra de Osa, y protegida por sus fuertes muros y baluartes. Badajoz, extendida sobre las márgenes del Guadina y dominada por los perfiles de las torres de Espantaperros, Santa María y Catedral de San Juan.
Unidas por excasos kilómetros de autovía, pero separadas por una historia que inexorablemente les impidió, disfrutar de la cercania y relaciones comunes proprias de hombres y mujeres que nacieron bajo el mismo cielo. Habitadas por gentes similares, que afortunadamente se confunden en la abigarrada vida de las calles comerciales o en los salones de los numerosos restaurantes que animan ambas ciudades.
Dos lenguas diferentes, pero de común origen, que por suerte o por desgracia ambos pueblos han sabido superar, primero com el “portuñol” y progresivamente por el esfuerzo de sus ciudadanos en estudiar y comprender y hablar correctamente las lenguas de Camões y Cervantes.
Alunos do Agrupamento nº 1 de Elvas
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